martes, 10 de diciembre de 2013

Euphoria ( 'Eyforiya', Ivan Vyrypayev, 2006). Desde Rusia con amor.





Cielo. El cielo no entiende de razones, no atiende a impulsos, no arremete de rabia. No responde ante nada, ahí permanece, cubriéndolo todo, como si nada dependiera de él. Te sobrecoge y empequeñece. Se muestra de un azul perenne, a veces, manchado por motas blancas, otras, de capas grises y negras. El viento mueve sus nubes, al azar, realizando nuevas formas y a la vez destruyendo otras, a su antojo.
Senderos. Trazan caminos bifurcados, opciones previamente establecidas sobre las que no te preguntaron. Nadie opta por el camino de la maleza, por lo intratable; camino cargado de incertidumbre...el inicial "¿Estaré haciendo lo correcto?" sustituido por la indiferencia a los demás, la Euforia.

Pavel y Vera no saben si es correcto lo que hacen, pero hacen lo que quieren. Tras una relación de miradas Pavel se declara a Vera, la relación entre ellos fluye de manera natural y parecen mimetizarse con el río que comunica sus casas, con las inmensas estepas que los aíslan, con los atardeceres de un lugar único...que sirve de cómplice a esta relación furtiva a espaldas del marido de Vera. El amor como único remo de esta barca abocada a la tragedia, ¿Qué podría hacer, sino el amor, estremecer de esta manera? Su embriaguez no nos permite vislumbrar la tragedia...cómo si en el momento importase. Amor como frenesí, como Euforia.

Vyrypayev, en su ópera prima, nos introduce en una ambientación única, que hipnotiza. Con un posterior montaje preciosista, donde la excelente música (usada con tremenda inteligencia) introduce las escenas, que acaban en varios fundidos negros. Utiliza los giros y movimientos de cámara para impregnarnos más de los paisajes y su simbolismo. En conjunto, con los recursos a su alcance, consigue encandilarnos con una historia dura, pero esperanzadora. Cine ruso de categoría, poesía en movimiento.
                                                  Notable


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